miércoles, 29 de agosto de 2007

Salario Etico

El punto de partida de esta discusión debe centrarse necesariamente en el concepto bíblico del trabajo, pues es claro que sin trabajo, no puede haber salario. ¿Nos dice la Biblia algo acerca del trabajo? Si es así, ¿qué es lo que nos dice?

Por muchos años el trabajo ha sido considerado como una carga o maldición, de acuerdo a lo expresado en Génesis 3.19, donde Dios le dice a Adán que con el sudor de su rostro comería el pan todos los días de su vida. Esta visión del trabajo, obtenida de este pasaje, es errada por dos razones. La primera se encuentra en el pasaje mismo, pues Dios no maldice el trabajo, sino que la obtención del sustento (el trabajo) no sería una tarea agradable como lo era hasta ese entonces. La segunda razón se encuentra en el capítulo 2 de Génesis. El versículo 15 del mencionado capítulo, nos dice que Dios puso a Adán en Edén y le dio una orden: que labrara el huerto y lo cuidase, pues de esa forma obtendría su sustento. El punto entonces es que el hombre, antes de la caída ya trabajaba, pues Dios le dio esta función; el problema está que tras el pecado original, el trabajo ya no sería algo sencillo y acarrearía gran esfuerzo e incluso dolor para el hombre.

Bajo esta perspectiva, podemos afirmar que el trabajo es parte del propósito de Dios para el hombre; es Dios mismo quien lo entregó como una herramienta de desarrollo personal y social. No podemos afirmar entonces que el trabajo es algo malo en esencia, pero tampoco podemos desconocer que muchas veces el trabajo no es lo que habríamos soñado. ¿Cuál es la causa de esto? La que ya explicamos anteriormente.

Pues bien, si el trabajo es bueno en su esencia, ¿qué pasa con el salario? ¿Existe este concepto en la Biblia o es una invención de las economías modernas?

En el mismo libro de Génesis existen varias menciones del salario, pero es en el libro de Levítico donde encontramos una mención más significativa para este estudio.

En el versículo 13 del capítulo 19, Dios ordena al pueblo lo siguiente: “No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana

A simple vista pareciera no haber mucha importancia en el verso citado, pero es importante notar que en un mismo verso se encuentran dos situaciones, que por ser semejantes fueron ordenadas de esa forma dentro del capítulo. Para Dios el no dar el salario a su debido tiempo y en una forma proporcional al trabajo realizado, es semejante al robo.

Pablo en el Nuevo Testamento, específicamente en la primera carta a Timoteo, dice lo siguiente: “Digno es el obrero de su salario.[1] Encontramos entonces una concordancia entre trabajo y salario. Cuando la Biblia usa el término jornal se está refiriendo precisamente a esta concordancia, pues corresponde al pago por un día de trabajo.

La palabra salario, proviene de sal, pues en la antigüedad este elemento tenía un valor mucho más alto que el que hoy posee. Esto es importante porque el hecho de pagar con sal, representaba la necesidad de obtener una retribución por lo realizado, aún más cuando esta retribución es esencial para vivir.

La gran mayoría de los profetas del Antiguo Testamente, por no decir todos, llamaron una y otra vez al pueblo y a los reyes de Israel a vivir en piedad y justicia. El profeta Jeremías nos dice en el capítulo 22, versículo 13: “¡Ay del que edifica su casa sin justicia, y sus salas sin equidad, sirviéndose de su prójimo de balde, y no dándole el salario de su trabajo!” Sin duda alguna, el tema de un salario justo o ético no es un tema que nació hoy, sino que a lo largo de toda la historia y de las diversas culturas, ha tenido sus puntos de conflicto.

En la economía moderna como ciencia, se reconocen dos grandes pensadores; el primero es Adam Smith, que en su libro “An inquiry into the nature and causes of the wealth of nations”[2], más conocido por su nombre resumido, “La Riqueza de las Naciones”, sentó las bases del sistema de libre mercado que hoy domina en gran parte del mundo. El segundo, también inglés como Smith, es David Ricardo, que en su libro de 1817, “Principles of Political Economy and Taxation”[3] habla de un tema que es muy cercano al tema que estamos tratando.

En esta obra, que es un clásico en economía, él habla del “salario natural”, afirmando que en la fijación del salario de un trabajador no debe ser tan importante la oferta y la demanda (como sostiene Smith y nuestro actual sistema económico), al momento de decidir el monto de este, sino que más importante que la cantidad de dinero que el trabajador reciba, es la cantidad de alimentos, medicamentos y necesidades básicas que el trabajador pueda suplir con ese salario. De esta forma Ricardo, vuelve al concepto original del salario, es decir obtener recursos para suplir las necesidades básicas y las demás que pueda tener un trabajador. Esta definición de lo que él llamo “salario natural” es la que más se acerca al tema en cuestión, el “salario ético”

Un gran avance en la economía, en torno al tema del salario, es la fijación de un salario mínimo, de modo que el pago de este no esté entregado simplemente al arbitrio del empleador.

En vista de estas definiciones y de la situación actual de la economía en nuestro país, queda bastante claro, que con $144.000 es, por decir lo menos, difícil sobrevivir.

Creo que no debe quedar duda en cuanto a la proporcionalidad que debe existir entre el trabajo realizado y el salario recibido, pues es de perogrullo pensar siquiera en un sueldo estándar para todos los trabajadores, sin mirar a su preparación o perfeccionamiento.

Otro tema que es tan importante como un “salario ético” es un trabajo ético. Está comprobado que una persona en un buen ambiente laboral, es más productiva que una que está sometida a excesos e injusticias. Siguiendo con la cadena de productividad, si una persona produce más, obviamente aumenta la producción, y si esta crece, los precios deben bajar (hablando muy sencillamente y saltando varios “pasos” de esta cadena), por lo que indicadores como el IPC, tenderían a la baja, dando más valor al dinero, concluyendo que con el mismo dinero se podrían obtener mayores beneficios o se podrían suplir más necesidades. Es un tema no menor, que debe ser considerado y es a mi entender, el espacio donde más aportes puede dar el cristianismo. No podríamos hablar de un “salario ético” sin considerar la ética cristiana.

Está muy claro a esta altura de la historia, que la economía no depende solamente de factores como la oferta y la demanda. La gran caída de la bolsa en 1929 y la crisis que ello trajo, son consecuencia precisamente de desconocer otros factores económicos. Aún más, podría agregar que la fijación de los precios basada en el IPC, está dando paso a otros indicadores, que no miden solamente los números de la economía, sino las necesidades que esta puede suplir en la vida diaria, tanto de las personas como de las naciones. Recordemos que la definición más simple de economía es “la distribución de recursos que son escasos, para suplir necesidades que son múltiples.

En conclusión, es menester tener una perspectiva clara de varios asuntos, entre ellos el origen del trabajo y lo que podemos considerar como ético. Más que números, es necesario debatir ideas, porque los números van cambiando al son de las ideas.



[1] 1ª Timoteo 5:18

[2]Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”, publicado en 1776

[3] “Principios de Economía Política y Tributación”, publicado en 1817

domingo, 26 de agosto de 2007

Jesús, Ofrenda del Nuevo Pacto

La Biblia nos habla de dos grandes pactos: el Antiguo Pacto y el Nuevo Pacto. No es coincidencia que nuestras biblias estén divididas en Antiguo y Nuevo Testamento, pues Testamento es tomado como sinónimo de Pacto.

Las dos palabras usadas para definir un pacto, son berith y diatheke, en hebreo y griego respectivamente, según su uso en cada uno de los testamentos. La palabra diatheke es la traducción del hebreo berith y significa cortar o dividir, de acuerdo a la traducción que le da la LXX. En posteriores traducciones adquirió el significado de testamento, en relación al otorgamiento de propiedad tras la muerte del testador.

Lo que es significativo, es que el significado de “partir” o “dividir”, tiene estrecha relación con una antigua costumbre oriental que consistía en que las personas que celebraban un pacto o contrato, debían cortar un animal y pasar por entre sus partes o sus carnes. De esta forma el pacto quedaba sellado. Era el símbolo que unía en una relación contractual a ambas partes. Encontramos un ejemplo de esta ceremonia en Génesis 15. 9,18. Es importante notar que es Dios quien pacta con Abram y no lo hace sobre la base de la igualdad que suelen tener las partes de un contrato, sino que lo hace siendo el Dios del universo, que decide pactar con un hombre sobre la base de sí mismo como garantía del pacto. Lo que Dios pedía de Abram era obediencia a lo que El estipuló. ¿Podríamos asegurar que Abram alcanzó por sus actos las bendiciones de Dios? Creo que no, pues de esa forma estaríamos hablando de partes iguales que se ven obligadas por las prestaciones reciprocas que ambas pueden dar, cosa que no sucede en un pacto entre los hombres finitos y el Dios infinito.

El autor de Hebreos en los capítulos 8 al 10 nos habla de Jesús como el gran Sumo Sacerdote, que ofreció un único sacrificio que quitó el pecado del mundo. De aquí veremos todas las implicancias de la muerte de Cristo, mirado como el sacrificio perfecto.

Según lo expuesto en el capítulo 9, el Sumo Sacerdote (de acuerdo a lo establecido en el Pentateuco) era el representante del pueblo ante Dios. Este podía acercarse al Lugar Santísimo, lugar donde se manifestaba la presencia de Dios, solo una vez al año, en la gran Fiesta de la Expiación. En ese día, ofrecía sacrificios por el pueblo, para el perdón de sus pecados. El gran problema estaba en que dichos sacrificio no quitaban el pecado, sino que solo lo cubrían, de allí la necesidad de quitar definitivamente este gran mal.

Jesús en su muerte en la cruz ofreció el sacrificio perfecto, su propio cuerpo, para el perdón de los pecados. Cristo pasó por todas las pruebas que debía pasar el cordero que se sacrificaba normalmente, y lo hizo de un modo tal, que marcó la más grande diferencia que podía existir.

Hebreos 10.12 nos dice que Jesús ofreció un solo sacrificio para hacernos perfectos delante del Padre. El actuó como Sumo Sacerdote, pero a diferencia de los Sumos Sacerdotes de la ley, Jesús no ofreció una victima común, sino que ofreció su mismo cuerpo y su sangre como sacrificio por el pecado de la humanidad.

Pero eso no es todo, pues el punto cúlmine se encuentra en la relación entre la escena de Génesis 15 y la muerte de Jesús en la cruz. Veamos como sucede esto.

De acuerdo a la Ley Judía, la pena de muerte debía aplicarse por apedreamiento, sin embargo a Jesús se le crucificó, pues en ese minuto de la historia, Roma tenía la autoridad en Palestina. ¿Por qué es importante esto? Porque el apóstol Juan en el capítulo 19.34 nos dice que un soldado traspasó con una lanza el costado de Jesús, literalmente abrió el costado de Jesús. El autor de Hebreos recoge esta escena y nos dice en 10.19,20 que ahora tenemos acceso al Lugar Santísimo a través del velo rasgado y añade, esto es de su carne, la carne de Cristo. Jesús no solo dio su vida para el perdón de nuestros pecados, sino que además entregó su cuerpo como ofrenda para sellar el Nuevo Pacto que estaba entregando en la cruz, el pacto de la gracia, del amor inmerecido de Dios para salvar al pecador.

Jesús es el testador de este pacto, pues con su muerte empezamos a gozar de los beneficios del pacto. Su amor no llegó allí, pues sobre la garantía de su muerte y su propio cuerpo, nos promete Su fidelidad al pacto señalado.

La historia no termina allí, sino que solamente comienza, pues como lo dice el apóstol Pablo en 1ª Corintios 15.14: “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe”

La resurrección de Cristo es el hecho que inaugura la era venidera, el nuevo orden al cual somos llamados a vivir. La razón de no conformarnos a este siglo, radica en que Cristo abrió una nueva era para nosotros, una mentalidad más alta, un mundo mejor.

De esto escribiré en unos días más.